jueves, 26 de junio de 2014

Día 15: Grítame.

El poder de tu sonrisa no tiene parangón. Conocedora de ello te recreas en el regocijo de hacerme vibrar al son de las notas que te marque el Sol. Si llueve en tus adentros: apagadas y mustias serán mis vibraciones, con húmedas connotaciones de dolor y algún que otro relámpago por tormento. Si soleado amanece tu día seré capaz de superar la velocidad del sonido con mis latidos con un sólo guiñar de tus ojos. 

Sin haber esperado las 12 horas de cortesía que he esperado, posiblemente no tuviera estas putas ganas de saber de ti. Ganas que no te mereces, perdona que te diga. Hoy, tras lo de ayer, no. Pero aquí me tienes, maquetando tu libro, éste tu anecdotario, que de salir todo bien formará parte de tu estantería el mismo día que entonemos un jamás predecido de un parasiempre o un paranunca.

Tiene gracia ahora que lo pienso. Llevo un mes trabajando en esto. Será mi primer, y espero que no último, libro publicado. Y será tuyo. Y será para ti. Y lo mismo hasta me recriminas haber publicado un libro antes que tú. 
Al principio no sabía qué sería de él. Simplemente me dediqué a escribir el paso de los días en un blog, sin pensar siquiera en si te lo llegaría a mostrar algún día o no. Sentía miedo por que lo descubrieras por ti misma (o a través de cualquiera otros ojos espías), al igual que curiosidad por conocer tu reacción al descubrirlo. Y ahora sé lo que quiero: publicarlo, obtener, si mi ego me lo permite, esta única copia, y mostrártelo en persona el día de nuestro reencuentro para que me pegues por adelantarme a ti en la carrera literaria, o que me beses por ser tan indiota. Je... como si lo viera. 

Como decía al principio, el poder de tu sonrisa no tiene parangón. Ni el de tu mirada comparación. Debería odiarte. Debería seguir enfadado como ayer. Lo cierto es que aún no me creo que volvieras a plantearte la idea de separarme de ti con la excusa de un descanso supuestamente excusado. ¿Cuántas veces eres capaz de despedirte de mí, Blanca? 
Pero aquí me tienes, buscando en buzones y carpetas de entrada alguna señal de ti que me dé por fin los buenos días que me merezco.
Pero aquí me tienes, deseando que el tiempo vuele en busca del último día que ponga el punto y seguido/final a este libro.

Canción del día: Como ya digo, no veo el momento de llegar a verte de nuevo, de que llegue nuestro reencuentro. El Encuentro.


P.S.: Sé que me quieres así, con sentimientos mundanos y naturales. Con pasión y enfado. Sin premeditación precedente a mis actos y/o palabras. Pero no me hagas esto más, que un enfado para mí no es una rabieta que a los cinco minutos se va con un beso. Dicen que los polvos de reconciliación son lo mejor. Yo no los he probado, pero quizás sea porque no cabe en mí ese concepto. No de momento. Llámalo rencor, o coherencia con mis sentimientos, o como quieras. Yo sólo pido que no busques el enfrentamiento gratuito o sin razón. Odio toda la ola de sentimientos que provoca en mí un enfado.

Pues eso.